A Omar Alej
Hay algunas cosas que no he descrito aquí.
Sabes bien, no
gusto de hablar de tristezas, no por falta de confianza, es sólo que creo que
lo que pensamos se expande.
Estuve adolorida. Te recordé varias veces cuando
en una llamada- de esos regalos precisos que tu generosidad tiene
conmigo- argumentando "la poca elegancia" que hay en las
mentiras, me advertiste que debía marcharme para que el dolor no me tocara,
supongo.
Cómo cada vez no hice caso,
tú ya lo sabías, me entusiasman
las barreras que parecen no demasiado
altas para poder saltarse. Mi obsesión por las transformaciones me tomó una vez
más y abrió la puerta a un futuro repleto de sinuosidades.Pues bien, no te he contado
lo que ha seguido después, y no tiene importancia que lo cuente ahora.
No es eso lo que esta noche me motiva a escribirte.
Fue, hace casi dos años y medio, era primavera, había tomado
la decisión de cerrar el canal de televisión. Me encontraba -podrás imaginarlo- en uno de esos pequeños lutos que nadie es capaz de percibir desde la superficie. Estaba, de nuevo, a la entrada de un futuro impredecible.
Era martes, y tenía una cita de trabajo en una empresa dedicada a construir refinerías. No describiré ahora lo desolador que fue adentrarme en este lugar, puede parecer exagerado. Lo que sí puedo decir es que durante los meses que permanecí en esa rutina, tuve que hacer de mi mundo interior una fortaleza para sobrevivirle.
Era martes, y tenía una cita de trabajo en una empresa dedicada a construir refinerías. No describiré ahora lo desolador que fue adentrarme en este lugar, puede parecer exagerado. Lo que sí puedo decir es que durante los meses que permanecí en esa rutina, tuve que hacer de mi mundo interior una fortaleza para sobrevivirle.
La entrevista duró seis o más horas, entre exámenes y preguntas se hizo de noche. A las ocho, una
de las aspirantes me pidió mi turno para pasar primero y regresar pronto a
cuidar a su hija, así que terminé siendo la ultima. Cuando salí de ahí todo estaba oscuro, caminé
entre una calle de tierra guiándome por el paso lejano de los trailers que aluzaban a lo lejos. Me habían contratado.
Regresé en un camión de trabajadores con uniforme naranja que trabajan para PEMEX. Hablé a mi mamá para contarle. Llegué a la casa que acababa de rentar. Al siguiente día debía conseguir un certificado médico y un acta de nacimiento original para finalizar el tramite.
Regresé en un camión de trabajadores con uniforme naranja que trabajan para PEMEX. Hablé a mi mamá para contarle. Llegué a la casa que acababa de rentar. Al siguiente día debía conseguir un certificado médico y un acta de nacimiento original para finalizar el tramite.
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Meses antes, Helios Mora había terminado su viaje
por Brasil y había vuelto a México, sin ningún compromiso ni plan
estructurado decidió visitarme.
Reaccioné feliz a su reencuentro y recordé con cariño los años de infancia que
compartimos en Oaxaca.
Cosas que pasan, cosas que ya están dispuestas por la vida, se quedó a trabajar en mi canal y se mudó a vivir conmigo. Era una maravilla compartir casa con mi mejor amigo. Hacíamos por la mañana el trabajo creativo y por la tarde cocinábamos, tomábamos vino o café y platicábamos en la sobremesa. Nos inscribimos juntos a clases de pilates y salsa. Nos hicimos un maravilloso equipo, su presencia me iluminaba siempre.
Cosas que pasan, cosas que ya están dispuestas por la vida, se quedó a trabajar en mi canal y se mudó a vivir conmigo. Era una maravilla compartir casa con mi mejor amigo. Hacíamos por la mañana el trabajo creativo y por la tarde cocinábamos, tomábamos vino o café y platicábamos en la sobremesa. Nos inscribimos juntos a clases de pilates y salsa. Nos hicimos un maravilloso equipo, su presencia me iluminaba siempre.
Uno de esos días, antes de comenzar a trabajar, fuimos al
centro del pueblo en donde habían instalado grandes carpas de libros, le dije que escogiera uno y se lo regalé.
Añadí:
Añadí:
-Después que lo leas me lo compartes.
Las siguientes semanas en varias ocasiones me recordó que
había leído ya el libro y que estaba listo para convidarmelo. Lo seguimos
dejando para después.
"Hay algo muy importante que quiero leerte" Me dijo una noche.
Contesté que estaba un poco cansada, y él dejó de insistir.
Pasaron las semanas y los eventos tristes, en esos días me invadía de a poco el miedo, la desazón, la incertidumbre.
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La mañana siguiente a mi entrevista de trabajo entré a una
tienda de Tlaxcoapan, mientras yo miraba lo que deseaba comprar la chica que atendía la tienda platicaba con una mujer. Charlaban sobre Dios, luego se despidieron, la mujer salió del local, pero luego -como si hubiera reflexionado
en pocos segundos algo muy apremiante- dio media vuelta, volvió y abruptamente soltó otra pregunta, la muchacha le respondió con un salmo. Esa
escena me causó una fuerte impresión, y agradecí en secreto estar en ese
instante en ese lugar. En aquel momento sin embargo cada cosa que te cuento era un elemento aislado y sin tanta importancia.
Finalmente Helios
me acompañó por el acta de nacimiento. Regresamos a casa con la prueba de mi identidad después de comer barbacoa y consome en la plaza
pública.
De regreso la
desazón volvió a meterse en mi mente, Helios sentado al lado mío sacó un libro y comenzó a
leer en silencio. Me acerque unos minutos más tarde y mientras reposaba mi
cabeza en su hombro le pedí que me leyera. Ese capitulo del libro hablaba del miedo y de la fe. Las
palabras que leyó eran las palabras indicadas, suerte de bibliomancía. Lo
interrumpí animada para contarle lo que había pasado antes en la tienda de
colchas. Le expliqué como el salmo que pronunció aquella chica había causado una impresión profunda en mí, él me escuchó atento; le pedí que retomara la lectura, cambió la hoja y entonces leyó lo siguiente:
“Ponedme a prueba dice el eterno a la muchedumbre. Y vereís
si no abro para vosotros las compuertas de los cielos, Si no derramo sobre
vosotros una bendición tal que no tendreís lugar para guardarla.”
No podía creerlo, ¡era ese salmo!
"Es el salmo que escuché ayer Helios" volví a interrumpir.
Él cerró el libro, me miro a los ojos y dijo: Este es el libro que llevo semanas queriendo leerte. Escuchame: cuando hay un mensaje que se repite varias veces en muy poco espacio de tiempo, es algo que el universo desea que sepas.
Agregó: No soy yo quien te dice esto Bessie, es Dios que te habla a través de mí.
"Es el salmo que escuché ayer Helios" volví a interrumpir.
Él cerró el libro, me miro a los ojos y dijo: Este es el libro que llevo semanas queriendo leerte. Escuchame: cuando hay un mensaje que se repite varias veces en muy poco espacio de tiempo, es algo que el universo desea que sepas.
Agregó: No soy yo quien te dice esto Bessie, es Dios que te habla a través de mí.
Mientras nos mirábamos mis ojos se conmovieron y toda la presión contenida comenzó a disminuir, entonces tuve fe.
Quise contarte esto desde hace muchos días, seguramente
desde aquel entonces, y cada vez que lo hacía algo más me impedía publicarlo,
algunas veces fue el trabajo, otras el sueño.
Sabes, no te lo he dicho pero me ocurre con frecuencia que
la gente piensa que mi forma de mirar
las cosas es una especie de ingenuidad, noto como les abruma demasiado mi
visión positiva sobre los temas que plantean, el mundo, piensan, siendo realistas, no es bueno. Yo creo que la realidad es un acuerdo, una
estructura. Y como toda estructura es susceptible de ser transformada.
No necesito, sin embargo dar explicaciones, la vida guarda
en si misma una esperanza inagotable, Todo cuando nos rodea es bello. Hay
incluso en la desazón y la tristeza
grandes maravillas dispuestas a ser comprendidas y descifradas.
Hace tantos días que no había vuelto al blog querido Omar, lo he echado de menos.
Hoy, después de otras más cosas que han pasado y que he
querido contarte puedo afirmar nuevamente que todo lo he caminado en el mejor de los
mundos posibles, que no me arrepiento de nada, que la vida tiene misterios
difíciles de describir, que el dolor también construye y constato que muy al contrario de la frase que se le adjudica a
Albert Einstein, no es más fácil creer que pensar.
Ese momento que hoy te comparto, a las 3:21 de la noche, mientras la ciudad duerme, fue sólo el comienzo de un proceso donde debí ser fuerte. Ese mensaje lo recuerdo hasta ahora con la paz de quien encuentra certeza y lo repito:
No tengas miedo. Ten fe.
Ese momento que hoy te comparto, a las 3:21 de la noche, mientras la ciudad duerme, fue sólo el comienzo de un proceso donde debí ser fuerte. Ese mensaje lo recuerdo hasta ahora con la paz de quien encuentra certeza y lo repito:
No tengas miedo. Ten fe.
2 comentarios:
Es tan bonito, es exacto lo que pienso. Pero es curioso, nunca he creido en dios pero si que a veces escucho esas palabras que como dice Helios el universo quiere que sepas. Ay es tan bonito, no tengas miedo, ten fe.
Siempre podrás ir por más; en ti el corazón del río es el mismo corazón que late en la ciudad. Dios, antes y después de todas sus formas, es la duda que te impulsa; haciéndote creer, tener fe. Es un lujo tenerte de vuelta; tu sensibilidad siempre trajo historias humanas de lucha y alegría. Tu conexión con la belleza es mucho más que un acto generoso, es quien tú estás siendo.
Bendiciones, Bessie. Bendiciones y canción:
https://www.youtube.com/watch?v=OacPM_2K-qo
O.
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