"Es una imagen confusa" te dije.
No existe la "lluvia fina"
Luego nos llovío aquel día como dijiste "tan timidamente" " despacio para no ser molesta".
estabamos en el hotel, camino a nuestra habitación con cuatro camas, donde trabajaba mientras leias, te escribí un recadito encriptado en ese libro, cuando saliste y me trajiste flores.
Ha llovido con sol, he dejado de hacer el trabajo urgente, he llevado mi sillón a la puerta, te miro en la lluvia, cada vez. Luego ha terminado. Listo, poca lluvia para no distraerme.
Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve
todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con
goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas
uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del
marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza
en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no
se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere
caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la
barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí
va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que
se suicidan y se entregan en seguida, brotan en el marco y ahí mismo se
tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas
desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y
aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas.
Adiós gotas. Adiós.
Adiós gotas. Adiós.
J. Cortázar
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