4.9.12

El yin, el yang


Es cierto que, al escribir, inmovilizamos los signos lingüísticos… o los sonidos, si es que hablamos. Pero la expresión –la escrita y la oral- son momentos del fluir del lenguaje, continuamente en movimiento. Las lenguas nacen, crecen, maduran, languidecen y mueren.

 Hay muchas lenguas muertas en el mundo. El caso del I Ching es distinto. Más que un lenguaje es un modo de operación del lenguaje, un ars combinatoria. Constituido por dos signos básicos, sus combinaciones reproducen los cambios del universo. Esa pareja primordial de signos son el yin y el yang, luz y oscuridad, arriba y abajo, lo masculino y lo femenino, etcétera.

 Cada cambio es una permutación y cada permutación es el emblema tanto de los movimientos cósmicos como de las situaciones humanas. Filosofía del cambio. A diferencia de los del lenguaje, los cambios del I Ching no son lineales sino cíclicos. Es un movimiento circular: los signos cambian, pero al final, regresan al punto de partida, a la dualidad primordial del universo. Esto fue lo que me sedujo; vi en el I Ching una imagen del movimiento de rotación de la naturaleza. Asimismo, me pareció que no sólo era un guía ético, sino, de modo implícito, un tratado de estética e incluso una erótica que mostraba las distintas uniones y separaciones de los dos polos: la luz y la sombra, lo masculino y lo femenino, lo pleno y lo vacío… en fin, el yin y el yang.

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