11.1.12

ADIOS LICENCIADA*





ADIÓS, LICENCIADA

Es cierto que Tlaxcoapan no tiene kilómetros de playa,

hoteles donde cobren cuarenta dólares la noche;

se reduce a pequeñas elecciones, puentes cubiertos

de enredaderas, un tren abandonado construido

en Mobile, Alabama, piropos para la “licenciada”.



Quiero morir cuantas veces sea necesario

hasta robarte un beso –le digo en llamadas

de larga distancia: reina sitiada de amores

frente a un calidoscopio de jaquemates.

El mío, el más cabrón, el más importante.



“Adiós, licenciada”, le gritan en tono coqueto

desde un camión repartidor de cocacolas

y yo, Dios del Trueno, quemo los pies

de tan insolentes cuauhtémocs redivivos.



“Ya ves, por eso te dicen racista”, me dice

al oído y reímos y le propongo que dejemos

ese tema para sociólogos y científicos.



La “licenciada” camina por las callecitas

de barro, de tulipanes naranjas que resaltan

su minifalda tomada de alguna colina pálida,

con sus mallas azules bordeando el monte Rainier,

el lago cristalino y su velo de niebla.



Hoy quiero ver tus ojos,

dormir en ellos y que nadie

me despierte.



Luis Daniel Pulido

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