8.1.13

UN RARO LOGRO

En todo amor hay por lo menos dos seres, y cada uno de ellos es la gran incógnita de la ecuación del otro.
Eso es lo que hace que el amor parezca un capricho del destino, ese inquietante y misterioso futuro, imposible de prever, de prevenir o conjurar, de apresurar o detener. Amar significa abrirle la puerta a ese destino, a la más sublime de las condiciones humanas en la que el miedo se funde con el gozo en una aleación indisoluble, cuyos elementos ya no pueden separarse. 
Abrirse a ese destino significa, en última instancia, dar libertad al ser: esa libertad que está encarnada en el Otro, el compañero en el amor. Como lo expresa Erich Fromm: "En el amor individual no se encuentra satisfacción [...] sin verdadera humildad, coraje, fe y disciplina"; y luego agrega inmediatamente, con tristeza, que en "una cultura en la que esas cualidades son raras, la conquista de la capacidad de amar será necesariamente un raro logro.-Clau


¡Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compañía!
Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.
No amanece aún la primavera.


Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raíces,
juntos de otoño, de agua, de caderas,
hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.

Pensar que costó tantas piedras que lleva el río,
la desembocadura del agua de Boroa,
pensar que separados por trenes y naciones
tú y yo teníamos que simplemente amarnos,
con todos confundidos, con hombres y mujeres,
con la tierra que implanta y educa los claveles 

 Pablo Neruda  

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